Nuestro Hogar se ha caracterizado a lo largo de nuestros años de servicio por ser una institución de cuidado donde el amor, el cariño y la comprensión son los remedios dados todos los días para mejorar las condiciones de salud de nuestros residentes. Hoy hemos decidido compartir con ustedes una historia de vida, la historia de Nicolás (nombre ficticio para cuidar la identidad de nuestro residente).
Nicolás un hombre de más de 70 años, llegó a nuestro Hogar gracias a los grandes esfuerzos hecho por su familia para sacarlo de las condiciones en las cuales se encontraba. Podríamos decir que hasta un poco en contra de su voluntad.
Él siempre fue un hombre activo y curioso. Amante de la lectura y la buena vida. En su vida pasaron amores y desamores y con ellos los hijos. Que, por ese amor a la buena vida, quizás no fueron atendidos al 100%. Pero nosotros no somos quien para juzgarle.
Nicolás formaba parte de las estadísticas que afirmaban que Montevideo, Casavalle y sus barrios fronterizos representan territorios capitalinos con muy alta incidencia de personas mayores con limitaciones (77% a 89%). Dificultades permanentes como ver, oír, caminar y realizar ciertas actividades habituales debido a un problema de salud (INE, 2011).
Aquel hombre nunca imaginó que esa tarde de un lunes, cuando apenas podía dar unos pasos para sentarse en la silla de ruedas que le permitiría recorrer los pasillos de nuestra casona principal, cambiarían su vida. Sus condiciones físicas, de salud e higiene, no eran las más óptimas. A simple vista se podía observar un grado de deshidratación y desnutrición alto.
Su hermano le repetía que solo estaban ahí para que él pudiera conocer el lugar y así escoger entre las diferentes ofertas que tenían de residenciales. Bastaron unos pocos minutos y unas cuantas interacciones con el personal profesional y de cuidadoras para que Nicolás no quisiera volver a salir más del Hogar Schiaffino.
El ambiente cordial, el cariño sin prejuicios y la invitación a quedarse a almorzar se sumaron a un ambiente de tranquilidad en el que Nicolás decidió vivir. Ese mismo día se le entregó ropa de nuestro ropero (donaciones que se reciben) para poder bañarle y continuar lo que quedaba de día. Su familia tuvo que salir a buscar las pocas pertenencias personales que él tenía y llevarlas al Hogar en la semana.
Sus primeros días transcurrieron entre atender enfermedades, infecciones y darle la alimentación que le permitiera de nuevo caminar. Todo ello acompañado de una gran dosis de amor y de contención.
Hoy es un hombre que puede salir a disfrutar del paisaje. Comparte con sus compañeros juegos, escucha música y además goza de una buena conversación con su hermano e hijo. Nicolás está recuperando sus relaciones perdidas y saliendo de las estadísticas del Estado.
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