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¿Qué hacer para dar calidad de vida a mi cerebro?

No cabe la duda que a medida que nuestro cuerpo envejece se va modificando. Las arrugas en la piel son cada vez más pronunciadas, se blanquea o puede caer el cabello, las orejas y la nariz se hacen más grande y nuestra movilidad se puede ver reducida… Pero más allá de esos cambios visibles hay uno al que poco le damos la importancia que se merece, y ese es: nuestro cerebro.

El cerebro es el órgano que forja la personalidad y controla la conducta. Gracias a ese maravilloso engranaje es que se le puede dar comprensión a toda la información que recibimos a través de los sentidos.


Aunque muy pocas veces se habla del tema, el cerebro de una persona mayor es de menor peso y volumen que el de una persona joven, por lo que esto nos indica que: hay cambios vasculares y de metabolismo neuronal. Por eso la importancia de mantener activo nuestro cerebro a medida que vamos envejeciendo.


A estos cambios ya asociados a la vejez, en muchos casos se le suma las enfermedades de demencias como el Alzheimer.


“Para 2050, unos 153 millones de personas en todo el mundo podrían tener demencia. Eso advierten los investigadores en un reciente estudio publicado en The Lancet Public Health. En 2019, la cifra fue de 57 millones.” (Reportaje BBC)


En este mismo reportaje citado conseguimos que las mujeres son más propensas a padecer la enfermedad que los hombres. Pero si lo vemos simplemente desde el punto de vista del funcionamiento cerebral tendríamos dos tipos de personas mayores:

  • Las que envejecen de forma saludable, con todos los cambios y modificaciones asociadas al paso del tiempo, pero sin enfermedades añadidas.

  • Las que acompañan su proceso de envejecimiento con una patología que marcará su funcionamiento a nivel cerebral.

Ya sabemos que existen dos formas posibles de envejecer: una saludable y otra patológica. Ahora bien, automáticamente a nuestro cerebro viene la pregunta: ¿Qué hacer para dar calidad de vida a mi cerebro en esa última parte de la vida?


La Definitivamente las actividades físicas y cognitivas (estimulación de las funciones mentales) son uno de los aspectos a tomar en consideración. A ello se le suma las relaciones sociales, las que también van a fomentar el desarrollo de un mayor bienestar.


Por otra parte, es importante buscar nuevas áreas de interés que permitan a la persona mantenerlo motivado y emocionalmente estable. Poder ser partícipe de encuentros intergeneracionales que le den una sensación de inclusión e importancia.


Definitivamente la prevención y la intervención temprana son elementos que pueden mitigar los factores de riesgo. Además de fomentar una dieta saludable, más ejercicio y menos consumo de tabaco.


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