Esas son las palabras que escuchamos de nuestros padres cuando le sugerimos que se muden con nosotros a nuestra casa o un residencial. Es en estos momentos cuando las relaciones entre los hijos ya adultos y responsables de su núcleo familiar y de sus padres, pueden fragmentarse.
No cabe duda que es en esta etapa de la vida cuando se debe preservar el amor y la paciencia para poder negociar con tu papá o mamá. Por eso hoy te contamos la historia de Luciana con quien seguramente te vas a sentir identificada.
¿Ahora soy la mamá de mi mamá?
“No, no me voy a mudar”, le decía Sylvana a su hija Luciana cada vez que le sugería que se fuera a vivir con ella o a una residencia para adultos mayores. Lo que ella quisiera.
Sylvana, además de ser diabética tipo III, sufría de una enfermedad coronaria y a causa de múltiples caídas en la juventud, también padecía de dolores agudos en la cadera. Sus ya 83 años le jugaban en contra para mantener el equilibrio y hacerse cargo de su vivienda, pero no quería ayuda de su hija.
Los vecinos del edificio siempre se quejaban con Luciana de que la madre tocaba la puerta de ellos para que la ayudaran en actividades como abrirle la puerta al servicio de medicina domiciliaria, también para bajar la basura de su casa, abrir medicamentos y un sin fin de necesidades que requería para poder llevar su día a día de manera normal.
Toda esta situación, más otras preocupaciones con respeto a la salud de Sylvana agobiaron a Luciana y terminó trasmitiéndoselas a su madre; lo que complicó más aún la relación entre ambas. Lo que la llevó a buscar en internet qué hacer en estos casos o qué hogares eran los ideales para su mamá.
Consejos para poder llegar a un acuerdo donde ganen ambas partes
Es más habitual de lo que imaginamos el que las personas mayores no se dejen cuidar. Los afectados por esta situación no suelen conversar con amigos o tratar este tema públicamente por guardar la privacidad y discreción de su núcleo familiar, pero es una situación que se repite con mucha frecuencia en las casas.
En primera instancia debes recordar que imponer o amenazar al anciano es lo peor que le puedes hacer, pues con estas actitudes favoreces el rechazo e infantilizas al mayor. Nunca vas a ser la mamá de tu mamá.
No podemos olvidar que su vida, su casa y su cuerpo han sido de su dominio por más de 70 años – por poner un número-. Ahí han mandado ellas o ellos a su manera. La prioridad debe ser mantener la confianza y la relación intacta.
Debes olvidarte de querer ganar las discusiones con tus padres. Lo que ellos necesitan es la seguridad de que vos lo vas a escuchar, de que tomarás en serio sus preocupaciones y permanecerás a su lado pase lo que pase.
En lugar de decirle a tu padre o a tu madre lo que tienen que hacer, pregúntales cómo prefieren resolver los problemas.
Ten en cuenta sus prioridades y reconoce sus valores cuando hagas sugerencias para mejorar la situación.
Dales opciones siempre que sea posible.
Mantente en sintonía con sus necesidades y temores no expresados.
Por esto es recomendable que, si requieres de servicios de cuidados diarios o de adaptación a un residencial lo hagas poco a poco, de manera que sea directamente él o ella quien elija cuando quedarse definitivamente.
Garantizar la seguridad, la comodidad, la felicidad, la salud y el bienestar de las personas mayores ha sido lo que nos ha caracterizado durante más de un siglo de experiencia brindando atención a la tercera edad, por esto proporcionamos diferentes servicios de estadía en el Hogar:
Vivir en el Hogar
Hogar de día
Fines de semana
Post-Operatorio
Vacaciones familiares
Adaptación
En Hogar Schiaffino fomentamos la buena relación entre los residentes y sus familiares. Creemos que es necesario estrechar lazos y mantener una buena comunicación. Nuestro equipo de profesionales ayuda a alcanzar estas metas.
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