Si bien esta es una enfermedad que se padece en la adultez, comienza cuando estamos disfrutando de plena salud física y mental. Estudios estiman que a partir de los 30 años se empieza a perder entre un 3 y 8% de la masa muscular por cada década de vida.
Debemos tomar en consideración todos los recaudos a tiempo con la sarcopenia, pues es una enfermedad progresiva y generalizada del músculo esquelético. La disminución de la masa, fuerza y función muscular impacta negativamente en la salud del adulto mayor.
Las causas que generan la sarcopenia son multifactoriales. Si bien existe una pérdida muscular relacionada con el envejecimiento, también hay otros factores asociados que pueden ir modificándose con la edad. Uno de ellos es la inactividad física que puede venir de un estilo de vida sedentario o bien forzada por una enfermedad o discapacidad.
Las patologías endocrinas como la resistencia a la insulina pueden contribuir al desarrollo de la sarcopenia. También se puede generar gracias a enfermedades crónicas, sobre todo si están asociadas a procesos inflamatorios, cáncer, y alteraciones en el estado nutricional.
Prevenir es la gran solución.
El tratamiento de la sarcopenia se basa fundamentalmente en el ejercicio físico y una dieta sana, con una adecuada ingesta de calorías y proteínas.
Actividad física diaria: es lo ideal a cualquier edad, pero si ya estamos pasado de los 50 años se recomienda ejercicios de resistencia pues son muy efectivos para mejorar la masa muscular, la fuerza y la función física. Esta actividad física se realiza a través del uso de resistencia externa como pesas, bandas de terapia elástica y el peso corporal en sí, por eso es necesario realizarlos con especialistas en la materia.
Alimentación saludable: Si bien la ingesta de alimentos ricos en vitaminas y calcio es lo ideal para mayores, también tenemos que tener en consideración el aporte calórico suficiente para tener energía en el día a día. Llevar un control de nuestros alimentos con una nutricionista es lo ideal, pues cada cuerpo requiere de más o menos consumo de alimentos.
Buenos hábitos: Mantener una vida equilibrada es clave para evitar el desarrollo de la sarcopenia en ancianos. Por lo que es importante no fumar, tratar de consumir alcohol o cafeína de manera moderada y recordar que todos los excesos son malos.
Fisioterapia preventiva: así como los ejercicios, los beneficios de la fisioterapia permiten mantener un nivel de autonomía en las actividades del día a día, desarrollando, manteniendo y recuperando al máximo el movimiento y la capacidad funcional de las personas. Por ello, esto es recomendable para prevenir así la enfermedad.
Está demostrado que las personas que llevan una vida activa y tienen sus requerimientos nutricionales cubiertos tienen menos posibilidades de desarrollar sarcopenia.
En definitiva, cada cuerpo trabaja de distinta manera a otro, por lo que hablar de un tratamiento para disminuir o contrarrestar esta enfermedad es casi imposible, pero sí que hay claves para evitar o retrasar su aparición y combatir la pérdida de fuerza en las piernas en ancianos. Así que vamos a ponernos en acción para cuidar de nosotros.
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