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La actividad física regular es el mejor aliado, antes, durante y después de un tratamiento de cáncer de mama.

La revista digital breastcancer.org cuenta con una publicación que nos habla de la importancia de mantenerse activa durante el tratamiento y después de superado el cáncer de mama, pues “hacer ejercicio puede aliviar los efectos secundarios relacionados con el tratamiento y puede disminuir el riesgo de recurrencia de cáncer


Sabemos que hacer ejercicio con regularidad es importante para estar lo más sano posible – es una recomendación general- y dentro de los beneficios físicos está la posibilidad de reducir el riesgo de desarrollar cáncer de mama. Lo que nos hace pensar que la actividad física general es un aleado silencioso para nuestra salud, siempre y cuando estemos aptos.


Si, por el contrario, ya fuiste diagnosticada y transitaste la enfermedad, el ejercicio puede reducir el riesgo de que el cáncer vuelva a aparecer. “El ejercicio también puede aliviar los efectos secundarios problemáticos del tratamiento, como fatiga, dolor, depresión y linfedema”.


“El Colegio Estadounidense de Medicina Deportiva reúne oncólogos expertos en ejercicio para que analicen investigaciones que se realizan sobre el ejercicio en personas diagnosticadas con cáncer, además de investigaciones sobre el ejercicio y la prevención del cáncer”.


Todos estos expertos han llegado a la conclusión que no existe riesgo alguno si se hace ejercicio durante los tratamientos del cáncer de mama y después de ellos. Lo que si recomiendan es que no se haga a la misma intensidad que se podía haber hecho cuando se estaba sana. La precaución es necesaria al igual que contar con la mejor asesoría para ello.


La Sociedad Americana contra el Cáncer apoya las recomendaciones realizadas por el Colegio Estadounidense de Medicina Deportiva y las promueve. Por eso hoy te las queremos compartir:


  • Evitar quedarse inactivo y retomar las actividades cotidianas habituales lo más pronto posible después del diagnóstico y tratamiento

  • Participar en actividades físicas regulares

  • Comenzar despacio y aumentar la cantidad de actividad física con el tiempo

  • Realizar hasta 150 minutos de actividad moderada o 75 minutos de actividad vigorosa por semana

  • Hacer ejercicio varias veces a la semana durante al menos 10 minutos por sesión

  • Incluir entrenamiento de resistencia al menos dos días a la semana

  • Realizar ejercicios de estiramiento al menos dos veces a la semana


Este tipo de actividades deben estar acompañadas de una sana alimentación y manejo del peso, sobre todo durante el tratamiento.


Las investigaciones realizadas hasta el momento, demuestran que el ejercicio puede ayudar con los efectos secundarios que quedan luego de las intervenciones quirúrgicas y tratamientos que se realizan, entre los que se encuentran los siguientes:


  • aliviar la fatiga

  • reducir la ansiedad

  • mejorar la calidad de vida

  • reducir el riesgo de linfedema

  • mejorar el funcionamiento físico

  • fortalecer los huesos

  • mejorar el sueño

  • aliviar el dolor óseo y articular

 

La capacidad de hacer ejercicio durante el tratamiento y después de este, va a depender del estado físico y de salud general que se tenía antes del diagnóstico. Los especialistas recomiendan que, si eras de las personas que no hacías nada de ejercicio antes del diagnóstico, es necesario que comiences despacio y con cuidado.


Si en tu caso eras de las que practicabas ejercicio de manera regular, de igual modo debes volver de a poco a tu rutina hasta que te sientas mejor. En ambas situaciones es importante que el médico tratante te dé la aprobación para iniciar los ejercicios.




 

Para leer el artículo completo escrito por: Jamie DePolo | Revisado por 1 asesor médico debes hacer clik en este enlace.  https://www.breastcancer.org/es/organizar-la-vida/ejercicio

 

Versión para el Hogar Schiaffino: Iris González, Federación Internacional de Prensa N° VE2855.

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