Fue la frase que César usó para justificar la compra de un televisor de grandes dimensiones a sus hijos, quienes consideraron que el dispositivo era de un tamaño desmedido y no era necesaria su compra.
Un abuelito ecuatoriano de 85 años se hizo viral en las redes sociales gracias a su nieta, al publicar en Twitter un hilo que explicaba porqué su abuelo había comprado un televisor de grandes dimensiones para ver el partido inaugural de Catar 2022 y por supuesto todo el mundial. Esta noticia me hizo recordar una frase que decía mi abuela a final del mes de noviembre: “Esta es mi última navidad”, haciendo referencia a las fiestas que se daban en el mes de diciembre.
A mi memoria llega con nostalgia aquel diciembre de 1999, cuando mi abuela Carmen tenía 90 años y todos sus nietos nos reunimos a decorar su casa. Se armó el arbolito y ya estaban colocadas las bases para hacer el nacimiento. Sacando las imágenes del pesebre y viendo a San José, mi abuela dijo en vos alta: “Estoy segura que está es mi última navidad”. Esta frase retumbó en los oídos de quienes estábamos con ella. Es más, estoy escribiendo este post y se me eriza la piel.
No cabe duda que en estas fechas recordamos a quienes no están y celebramos a quienes nos acompañan. Si bien el Señor César de Ecuador justificó su compra con una frase lapidaria ante los reproches de sus hijos, también nos llama a la reflexión. Pensamos que al llegar a los 80 o a los 90 años, nuestros familiares no tienen sueños, ilusiones o deseos y esto no es cierto. Todos despertamos cada día con un motivo y una convicción. Esto no se pierde al pasar los años, lo que pasa es que se va transformando. Para el señor César ver el mundial, fue la mejor excusa para cumplir su sueño de tener una pantalla de cine en su casa. Ahora está viendo la copa del mundo, pero mañana verá sus series o programas favoritos y si Dios se lo permite - esperamos que sí - verá otros mundiales en ella.
Para mi abuela no fue su última navidad. Pasamos 14 navidades más juntos, como familia. Pero si entendimos que ella necesitaba no sólo abrir los regalos que le dábamos, sino que empezáramos a verla como una mujer que todavía podía dar más por la familia, y que sus opiniones y decisiones eran respetadas. Que ella seguía siendo una pieza fundamental para nosotros. Así comenzamos a inyectarle optimismo y felicidad.
Te cuento que hicimos para poder disfrutar un poco más de la compañía de María del Carmen, mi abuela:
Las palabras que utilizamos alrededor de ella siempre fueron buenas, pues la mentalidad optimista ayuda más a una persona mayor a ser feliz que su condición física. Y miren que pasamos sustos en esos últimos 14 años, pero eso es material para otro post.
Empezamos a recordarle los buenos momentos. Las personas mayores son felices cuando tienen más recuerdos positivos que negativos, o cuando sus pensamientos se dirigen a los acontecimientos optimistas y se alejan de los sucesos que les entristecen.
Prestamos mayor atención a sus historias. A todos nos hace feliz tener a una persona a quien poder contar las penas y las alegrías y nuestros abuelos no escapan de ello. Por eso cada vez que ella quería contar alguna anécdota sobre la familia, su mejor amiga o sobre lo que pasó en la televisión, la escuchábamos con detenimiento.
Más ayuda en la casa. Esto implicó más visitas no solo de sus hijos, sino de sus nietos. A su vez, la ayudamos con los que haceres del hogar. Con esto no solo estábamos reduciendo sus responsabilidades, sino que también le demostramos cuán importante era ella para nosotros. A las personas mayores les encanta estar acompañados. La familia es muy importante, y sentirse queridos y cuidados es probablemente lo que más felicidad les garantice.
Si no podíamos ir a verle, hacíamos una llamada. Muchos hijos o nietos viven lejos de sus abuelos y no pueden visitarles tantas veces como desearían. Gracias a la tecnología ahora hasta video llamadas se pueden hacer, esto permite estar conectados entre todos.
Y por último, comenzamos a mostrar mayor interés por su salud. Esto la motivó a cuidarse más y hacer las visitas regulares para su chequeo médico.
Hacer feliz a otra persona es un motivo muy grande para sentirnos satisfechos, sobre todo cuando se trata de un familiar que ya se encuentra en la tercera edad. Los pequeños gestos como los que nombré anteriormente, son los que más dicen y no tienen ningún costo monetario.
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